viernes, 28 de octubre de 2011

¿Cuál identidad carlospacense?

Recientemente ha entrado en escena en los medios locales el tema de la identidad carlospacense. Queremos dar comienzo a un debate sobre este tema empezando por preguntarnos, ¿cuál identidad carlospacense?


Las dos –o las tres- Villas Carlos Paz

Desde los tiempos del estanciero Carlos N. Paz que existen dos villas. La primera, donde vivía Don Paz, su familia, y sus amigos de la élite cordobesa. La segunda, donde vivía la peonada.

Décadas después, cuando se fue consolidando el proceso de urbanización, muchos espacios de sociabilización, como peñas, clubes, instituciones culturales, etc., no facilitaban el acceso a las mismas de individuos que pertenecieran a los sectores populares. Por ejemplo, los más memoriosos recuerdan que había peñas o salones bailables para los sectores populares, mientras otros eran reservados para las clases pudientes de la villa.

Hoy esta división sigue existiendo. En el centro y los barrios residenciales, vive la clase media acomodada. En Colinas y otros barrios, la gente trabajadora humilde. Esta segregación espacial tiene consecuencias económicas y sociales: desigual distribución de los tendidos y la calidad de los servicios públicos, de la red de transporte, de la oferta comercial y cultural, y de la seguridad urbana. También tiene consecuencias políticas, pues la concentración de pobres en una zona facilita las prácticas de clientelismo por parte del poder político y de algunos de los que aspiran a él. También tiene consecuencias que afectan de manera perversa a nuestra juventud: la división cultural y espacial entre “los chetos” y “los negros”.

Pero no sólo los pobres y obreros son discriminados. También lo son barrios residenciales periféricos como Sol y Río, relegados por su lejanía del centro (a la hora de hacer un trámite en la municipalidad o en algún banco, esto cuenta). Podemos hablar también de los vecinos de la Av. Cárcano, cuya vida no parece valer más que la velocidad con la que puedan circular los autos. O la total apatía del municipio al permitir la construcción de una subestación de EPEC al lado del Polideportivo que inauguró el año pasado (donde los niños, cuyos cuerpos son más sensibles a la contaminación electromagnética, jugarán y entrenarán).

¿Podemos hablar de una única identidad carlospacense cuando muchos carlospacenses han tenido y siguen teniendo menos derecho a la ciudad que otros?

¿Qué es lo que hay que preservar?

Este sentimiento de una aparente e indiscutida identidad carlospacense a la que habría que supuestamente preservar del crecimiento urbano está fundado no sólo en la invisibilización de las otras Carlos Paz que existen, sino en el desconocimiento de la misma historia de esta comuna. La ciudad de Carlos Paz nunca creció tanto como en las décadas de los 50 y 60. En ese entonces, ¿hubo alguna reacción contra la inmigración y el crecimiento que implicó? Al contrario: el capital económico, social y cultural aportado por estas inmigraciones es el que ha creado la Villa Carlos Paz a la que algunos se aferran en el recuerdo. Gran parte del patrimonio cultural que hacemos nuestro se lo debemos a estas corrientes poblacionales venidas de afuera, y es por eso que decimos que la nuestra es una ciudad de inmigrantes. Si nos fijamos en nuestra historia encontraremos muchísimos personajes y familias “no NyC” que hicieron mucho por la comunidad: Antonio Font, Eugenio Conde, Bernardo D’Elía, Ezio Carena, Esteban Callegari, Jorge Furt, Juan García, Enrique Zárate, e inclusive, la propia Margarita Avanzato de Paz, entre tantísimos otros.

Además, cuando hablamos de los que aportaron al patrimonio cultural de Carlos Paz no solo debemos referirnos a empresarios, profesionales, y funcionarios gubernamentales. También debemos incluir a los empleados que atienden los hoteles, comercios y restaurantes, los albañiles que con sus manos ponen los ladrillos, y los ciudadanos que pagan los impuestos con las que se costean las obras. Sean o no “NYC”. Si seguimos construyendo un relato histórico centrado en unos pocos, en los estratos más altos de la sociedad, continuaremos proyectando una identidad sesgada y amputada, que sólo servirá para seguir legitimando un orden social injusto y de escaso valor democrático.

Reconocemos que la nostalgia por el Carlos Paz de hace unas décadas tiene una razón de ser. Pero el origen de muchas de las dificultades que tenemos como ciudad no ha sido la magnitud del crecimiento en sí, sino su carácter incontrolado e inarmónico, producto de los loteos indiscriminados, las construcciones erigidas al margen del código de edificación, el consumo desmedido e irresponsable de varios de los habitantes, y una clase dirigente que casi siempre ha priorizado en el gasto público a las obras donde pudiera cortar cinta antes que a la satisfacción de las demandas sociales. Los problemas de nuestra ciudad no sólo tienen que ver con el impacto de los edificios en nuestro paisaje y la cantidad de gente, sino también con la pobreza y marginación, la precariedad laboral, la falta de viviendas, la sequía de nuestros ríos y lago y su contaminación, la obra de infraestructura pendiente o mal realizada, etc.

La historia no va para atrás ni se queda en el freezer, siempre avanza. Lo que podemos decidir es hacia dónde y de qué manera avanzamos. Podemos elegir ser “Nacidos y Criados” sin ser “Nostálgicos y Conservadores”. Podemos elegir entre crecimiento y desarrollo.

La identidad es una construcción permanente y colectiva

Entre los integrantes de Carlos Paz Despierta habemos “nacidos y criados” y “venidos y quedados”. Reconocemos que vivimos en un país indo-afro-latinoamericano y que por lo tanto nuestra realidad es multicultural. Reconocemos el derecho a la identidad como uno de los derechos humanos más importantes, porque nos permite situarnos en un sustrato social y cultural que le da sentido a nuestras acciones y nos permite emprender nuestras aspiraciones más sentidas.

Creemos que la definición por la identidad de una comunidad no puede ser dictaminada por unos pocos. Si así fuese, se trataría de una actitud autoritaria, o cuanto menos egocéntrica. Lo identitario, al ser una cuestión de todos, debe significarse teniendo en cuenta todas las voces y opiniones. Es por ello que abogamos por abrir un rico y prolífico debate acerca de cómo y quiénes deben protagonizar esta construcción, la cual creemos tiene que darse de una forma auténticamente plural y democrática.

Si trabajamos como ciudadanos comprometidos para lograr el derecho a la ciudad para todos, entonces podemos construir una identidad no excluyente, a partir de la cual nos sintamos parte de una verdadera común-unión, y ya no tendremos necesidad de añorar tiempos mejores, porque los estaremos creando.