lunes, 28 de enero de 2013

Somos los talibanes ecologistas

x Danilo Castelli

Es la madrugada del domingo 27 de enero y vengo de una marcha/festival ambientalista que se hizo en Cosquín, en paralelo al festival oficial (al cual le queda algo de popular, pero también tiene mucho de careta). 
Es muy motivador ver a artistas comprometidos con las luchas por la tierra, el agua, y la vida. Algunos de esos artistas, también tocaban en la Próspero Molina. Entre los números, se leían adhesiones de los colectivos ambientalistas presentes, la mitad de Córdoba y la mitad de otros lugares del país. Estuvo la gente de la asamblea de Malvinas Argentinas, que lucha contra la instalación de la planta de Monsanto, apoyada tanto por el gobernador De la Sota como por la presidente Fernandez (contrincantes para las cámaras pero aliados para lamer botas de las multinacionales). También se mencionó al Famatina que sigue resistiendo, a la gente de los pueblos fumigados, a la gente de Entre Ríos que lucha contra la venida del fracking, una nueva forma de saquear y contaminar realizada por la multinacional Chevron, que también viene de la mano del gobierno nacional. 
Hay un fantasma que recorre a Argentina y a América Latina, y es el fantasma del ecologismo. Este fantasma crece todos los años porque se compone de la gente que va despertando a la acción por las consecuencias socio-ambientales de la depredación y el saqueo de nuestra tierra. Este movimiento está compuesto por gente común, que trabaja, estudia, tiene hijos, etc. Pero como creemos que el agua vale más que el oro y los bosques más que la soja, somos hippies. Como a nosotros ya no nos pueden vender el cuento del progreso y hablamos de respetar y cuidar a la Madre Tierra, somos fundamentalistas. Como luchamos para proteger nuestros bienes comunes contra los intereses del agronegocio, del extractivismo, y del "desarrollo" inmobiliario, somos terroristas. Como sabemos sumar 2+2 y hacer generalizaciones a partir de lo particular en vez de dejarnos lobotomizar por los medios, somos fanáticos. Como somos críticos del modelo sojero/extractivista y de la civilización capitalista y somos partidarios de los derechos humanos y de la sustentabilidad, somos utópicos. 
Todos estos epítetos con los que se nos quiere ridiculizar, marginar, y presentar como cucos a la opinión pública son eufemismos. La realidad es que somos peligrosos, somos un mal ejemplo. Porque ellos quieren gente adormecida, resignada, que no piense, que no luche, de rodillas. Y nosotros le escupimos el asado :)