Ante el pedido del Centro Comercial de nuestra
ciudad, un grupo de ediles están dispuestos a tratar sobre tablas y “lo más
rápido posible” un proyecto que limite y controle rigurosamente el emplazamiento
y funcionamiento de ferias como “El Progreso” en todo el ejido de Villa Carlos
Paz. Esta rápida convergencia de intereses, que sorprende por su rapidez de
acción, se apoya en una serie de argumentaciones que, teniendo en cuenta
diversas situaciones y posicionamientos anteriores, reflejan varias y marcadas
contradicciones, las que al ser analizadas con un poco más de profundidad dejan
entrever la persistencia de prejuicios culturales todavía firmes en nuestra
sociedad.
Los argumentos en contra
En primer lugar, Jorge Fernández Campón, presidente
de la entidad comercial, subrayó que estas ferias manejan precios reducidos “porque
incumplen las leyes, con contrabando, trabajo esclavo, o robo de marcas, entre
otras situaciones.”
Si de verdad hay tanta preocupación por el “incumplimiento
de leyes, trabajo esclavo o robo de marcas”, nos preguntamos: ¿por qué no hay la
misma preocupación sobre la existencia de talleres clandestinos denunciada en
un conocido medio periodístico local, el cual hasta el momento no ha sido
objeto de una explícita y pública declaración condenatoria, ni tampoco de
acciones inmediatas para controlar y hacer cumplir las leyes correspondientes
en estos casos?[1]
Otro de los argumentos expuestos fue expresado por
el concejal de Carlos Paz Unido Hugo Bustos, quien señaló lo siguiente:
“La Salada no favorece a
la marca Carlos Paz, que está bien posicionada a nivel nacional. Darle a Carlos
Paz el destino de La Salada es mirar para abajo y no para arriba. Tenemos que
defender a los comerciantes locales.”[2]
Las palabras de Bustos, en primer lugar, aparentan
mostrar un fuerte rasgo de desprecio por lo popular, al expresar que “el destino de La Salada es mirar
para abajo y no para arriba.” Rechazar un emprendimiento comercial por “mirar
para abajo”, es decir, cuyo destinatario son los sectores populares, ¿no
significaría rechazar cualquier otro tipo de comercio que quiera implantarse
con semejante fin? ¿No implica, además, un severo perjuicio contra los
habitantes de la ciudad, impidiéndoles acceder a comprar mercaderías de forma
más económica? ¿No hay, por último, una actitud discriminatoria en esas
palabras?
Por otra parte, Bustos señala que esta medida tiende a “defender a los
comerciantes locales”. En este caso, hay un tratamiento desigual de parte del
actual gobierno con respecto a la feria El Progreso y a la posible instalación
de una sucursal de McDonalds en Villa Carlos Paz. Con respecto a esta última,
que también podría representar una amenaza económica a los comerciantes locales
como muchas voces críticas lo han señalado, sus principales responsables fueron
atendidos por el propio Intendente[3].
Lo más paradójico del caso, es que fue el propio Avilés en su época de
concejal, junto con las ediles Merlino y Gómez (de su actual partido), quienes
presentaron hace pocos años atrás un proyecto de ordenanza tendiente a fijar un
marco legal para regular la instalación de hipermercados y shoppings dentro del
ejido municipal. En sus fundamentos expusieron el grave peligro que
representaban este tipo de actividades comerciales de origen transnacional:
"Además, no se puede pasar por alto el hecho de que estas
multinacionales generan puestos de trabajo deficientes y afectan la producción
local de mercaderías"; añadieron, para luego completar: "Debemos
proteger a la gente de Carlos Paz, porque son quienes invierten sus ganancias
en la ciudad, mientras que estas empresas sacan estos capitales del país.
Nosotros creemos que es necesario fijar un marco regulatorio, para garantizar
la supervivencia de los comercios que ya existen en la ciudad".[4]
Prejuicios que refuerzan
desigualdades
Las contrariedades del discurso y la práctica política nos demuestran,
claramente, que existe una fuerte opinión en los representantes de la vida
política y comercial carlospacense sobre lo supuestamente benéfico y “bueno” de
las grandes inversiones de “calidad” (que ha conllevado acciones tales como el
proyecto de eximir de impuestos a futuros emprendimientos hoteleros de gran
categoría) y lo “malo” que representaría la instalación de una feria de ropas
en la ciudad cuyo principal destinatario son los sectores más vulnerables de la
comunidad, los mismos que se ven impedidos de acceder a las costosas
vestimentas que se ofrecen en buena parte de los comercios destinados a ese
fin.
Hasta el momento, los argumentos a favor del control, limitación y, en
ciertos casos, la prohibición de la radicación de la feria El Progreso se basan
más en prejuicios que en criterios concretos. Como vimos, la posibilidad de
radicación de los dos emprendimientos mencionados (la feria y McDonald’s) trae
consecuencias similares en el comercio local. Sin embargo, uno es bien visto,
mientras que el otro es denostado. ¿Por qué?
Sobre la feria El Progreso, pesa una visión construida mediáticamente
que se trata de un ámbito donde reina la ilegalidad y el empleo precario e
informal. Primero, no se han mostrado datos fidedignos sobre esto por parte de
quienes lo denuncian. Asimismo, y si ello fuese así, no es algo que caracterice
sólo a esta feria comercial. Como mostrásemos con el ejemplo de las fábricas
clandestinas que hay en la ciudad, la práctica de lo ilegal, como el empleo no
regularizado, la explotación laboral, la evasión fiscal, etc., se da con mucha
más frecuencia en el comercio local de lo que pensamos. Incluso, la propia
firma estadounidense ha sido acusada en varias oportunidades por hechos similares
en nuestro país.[5]
Por otra parte, la afectación al comercio local puede venir tanto de El
Progreso como de McDonald’s. Sin embargo, uno es recibido por el Intendente (y
sin voces oficiales en contra de la institución que representa a los
comerciantes locales), y el otro por una ordenanza y pedidos expresos para reforzar
los controles y limitar fuertemente su campo de acción. Sin dudas, creemos que
detrás de esta doble vara para medir a unos y otros se esconden profundos
prejuicios culturales de los sectores más pudientes hacia cualquier
manifestación relacionada con lo popular, los que, como en este caso, tienen
rápida respuesta del poder político.
Esperemos, pues, que nuestras autoridades recapaciten, dejen de lado
prejuicios que las pueden llevar a cometer actos reñidos con la igualdad de
derechos, y abran un espacio de debate mucho más amplio acerca de las características
de las inversiones que lleguen a la ciudad, siempre teniendo en cuenta que las
mismas deben posibilitar un beneficio no sólo a unos pocos, sino al conjunto de
quienes vivimos en Villa Carlos Paz.
carlospazdespierta@gmail.com
[1] “Los talleres clandestinos de Carlos Paz hacen la costura casi al 100%
de, por lo menos, una importantísima marca de venta de ropa por catálogo y
muchas marcas subsidiarias de otras más grandes. En el ambiente de los
fabricantes cordobeses, la plaza es conocida como la que tiene gran cantidad de
oferta de talleres y de distintas calidades en la costura.” En: http://carlospazvivo.com/carlos-paz/ciudad/10642-textiles-clandestinos-en-carlos-paz]
[2] http://www.carlospazinforma.com.ar/amplia_noti.php?id_noti=3970
[3]
http://www.carlospazvivo.com/negocios/10401-mc-donals-desembarca-en-carlos-paz
[4]
http://www.eldiariodecarlospaz.com/2010/abril/28_04_10/ab1028b.html
[5] “Detectan irregularidades laborales con adolescentes de McDonald´s”, en: http://www.lajornadaweb.com.ar/ampliar_noticia.php?id_noti=1102